Consejos para el ayuno
La persona que ayuna debe descansar para que el máximo de energía esté disponible en el proceso de eliminación y puesta a punto del organismo. El organismo humano no es una máquina a pesar de la visión mecanicista actual de todo lo vivo y tiene toda la capacidad de auto-regeneración y auto-curación.
Una herida se cicatriza sola; el hueso roto, si está en su sitio, se vuelve a soldar en los dos extremos, el cuerpo del bebé "sabe" como desarrollarse guiado por su propia sabiduría sin necesidad que le tengamos que decir como hacerlo. El organismo vivo tiene una gran capacidad de auto-regulación, tanto en la salud como en la enfermedad.
Mediante el descanso y el ayuno o descanso fisiológico, ahorramos energía y dicha energía es dirigida hacia la recuperación. En el ayuno, el cuerpo no necesita gastar energías en la digestión y asimilación de los alimentos. Extrae su energía de las sustancias "pre-digeridas", asimiladas y en reserva por todo el cuerpo, especialmente en el hígado, en la grasa y en el músculo.
Este ahorro de energía hace que la inteligencia corporal o somática inicie el trabajo de “limpieza” corporal y recuperación de las zonas alteradas. El cuerpo durante el ayuno pone el letrero de "cerrado por reparaciones". Es momento de eliminar no de alimentarse.
Es importante que el ayunante este tranquilo, relajado y si es posible en contacto con la naturaleza, de la que nos alimentamos también. No sólo es alimento lo que comemos, también lo son los cuatro elementos de la naturaleza. Todos necesitamos el contacto con la naturaleza (al menos los fines de semana), el agua, el aire y el sol. Una persona puede estar varias semanas sin comer, sólo unos días sin agua y apenas unos minutos sin respirar. Esto nos indica que el agua y el aire son imprescindibles durante el ayuno.
Recomendamos mantener la ventana de la habitación abierta para no volver a respirar las sustancias volátiles y tóxicas eliminadas a través de la respiración.
El agua es imprescindible durante el ayuno, el cuerpo necesita el agua como vehículo para sus procesos metabólicos, y durante el ayuno el agua nos ayuda a eliminar y depurar el organismo. La persona que ayuna tiene que tener especial cuidado en beber agua. Una buena medida de seguridad es beber al menos un litro de agua al día. Tampoco es bueno beber en exceso ya que podemos sobrecargar a los riñones ralentizando el proceso de eliminación. Al principio del ayuno, las personas que tienen gran retención de líquidos en el organismo, apenas tienen sed ya que su cuerpo es un botijo lleno de agua. Personalmente recomiendo sobrepasar en mucho el medio litro y como medida de seguridad un litro de agua es una buena medida.
Por supuesto es imprescindible hacer el ayuno bajo asesoramiento y control. Un ayuno de más de dos o tres días es necesario que sea vigilado por un médico especialista en el control del ayuno. Una persona enferma siempre debe de ayunar bajo estricta vigilancia de un médico especialista en ayunos.
El ayuno es algo muy natural pero es un nuevo “lenguaje” que hay que aprender para poder interpretar y traducir sus síntomas. El ayuno normal no da más que síntomas en general leves, pero hay que saber que nos transmite el cuerpo. La persona que toma medicamentos no puede interrumpirlos sin consultar con el médico. Las personas que no hayan tomado medicamentos responderán mucho antes al ayuno, obteniendo mejores resultados.
En los casos en los que no está aconsejado un ayuno podemos hacer una dieta a frutas o crudos (frutas o ensaladas) como proceso de eliminación. Si la persona no puede descansar para ayunar es mejor mantenerse a frutas o ensaladas o saltarse alguna comida de vez en cuando sustituyéndola por un zumo, unas frutas o ensaladas.
Hay pocas situaciones en las que no se recomienda ayunar. Sobre todo en enfermedades graves como algunos cánceres muy extendidos (especialmente de hígado o riñones, por ser órganos de desintoxicación con la capacidad mermada o casi anulada), tuberculosis diseminada, verdaderas y graves enfermedades del corazón...